Cascotes gigantescos caían alrededor de ellas al paso del monstruoso ser, pero en ese instante toda su atención se perdió al oír esas palabras, dichas entre lágrimas de miedo y desesperación. Su boca se va torciendo en un intento de sonrisa aunque le doliese.
—Me lo podrías haber dicho antes ¿sabes?
Ella sí que tenía la sonrisa más bonita del mundo.
Se irguió y con más seguridad, le daba la espalda para encarar al gigante. Segundos después, un aura azulada rodeó su figura y desapareció, para resurgir luego a los pies de su contrincante, que al menos se quedó paralizado por unos instantes.
No se imaginaba lo mucho que dos sencillas palabras iban a transformar a la peor de los magos en su mayor pesadilla.