El cuaderno en llamas

Amor y fútbol en futuro imperfecto

Vestido de azul y blanco, tiene el doce a la espalda. Termina de bajar la muy inclinada cuesta de la calle y se sienta en el banquito a esperar. No tuvo que hacerlo durante mucho tiempo, la muchachita morena y una cabeza más pequeña que él, llega al momento y se sienta alegre a su lado.

Palabras bonitas. Sonrojos. Medias sonrisas tímidas. Manos que se encuentran. Y entonces un grito nombrando al chaval suena a lo lejos. Se levanta sobresaltado.

Me están buscando, tengo que irme, le dice dándole un beso en la mejilla y marchando a toda prisa. Ella agita la mano diciéndole adiós aunque sabe que no la mira. Débiles rayos de luz alcanzan a hacer brillar un poquito el acero de sus dedos.

Unas pisadas metálicas preceden a la chica que, vestida igual que él, pasa a su lado corriendo buscando a su compañero. La risa que le produce la situación se le congela cuando una vez más, un ruido sordo y un fogonazo blanco borra tristemente, la imagen feliz de una ciudad sacudida por la violencia.

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